Domingo XIV del T. O. (C) (3 julio 2022)
(San Lucas 10: 1 - 12. 17 - 20)
- Después de esto, designó el Señor a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Ellos se dedicaron a preparar el camino para el Señor; igual que San Juan Bautista. Del mismo modo hemos de actuar nosotros: sacerdotes, padres de familia, amigos, y en general cualquier cristiano. Somos mandados delante de Él para hablar de Él y así preparar el corazón de las gentes para recibirlo cuando llegue.
- Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Cada vez la mies es más abundante y los trabajadores son menos. Parece como que ahora a muy poca gente le interesara trabajar para Jesús. Puede deberse a que el corazón del hombre se ha achicado y ya no quiere verse envuelto en la gran aventura que el Señor le ofrece. Puede deberse también al materialismo y al egoísmo imperante que hacen que el hombre sólo piense en sí mismo y haya perdido la capacidad de amar de verdad.
- Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. La misión es difícil y peligrosa. El mundo intentará acabar con nosotros; pero no debemos tener miedo. Es más tenemos que confiar en Él. “Confiad, porque yo he vencido al mundo”. (JN 16:33)
- No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. Tenemos que partir a la misión confiando realmente en Jesús, no en nosotros y en los medios puramente humanos. El Señor nos dará lo que necesitemos para poder cumplir la misión que se nos encargue.
- En la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa." Una de las características del apóstol de Cristo es que siempre llevará la paz donde Él vaya. Esta paz será recibida por los hombres de buen corazón.
- Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros.
- Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. Es un modo de decir: “Vuestra misión no es socializar, sino dar testimonio”
- En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; No seáis exigentes, sino comed lo que os den.
- curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros." Con el poder que les da a los apóstoles, éstos han de curar a los enfermos, hacer obras de caridad, y sobre todo anunciar que “El Reino de Dios está cerca”.
- En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid:
- "Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca." Que no os extrañe si os rechazan, persiguen… también lo hicieron conmigo. Vosotros no juzguéis, mi Padre celestial será quien premia o castigue a aquellos que reciban vuestra visita.(Mt 10:42; 5: 10-12))
- Os digo que en aquel Día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad.
- Regresaron los 72 alegres, diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.»
- Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. La misión de los apóstoles es derrumbar a Satanás y de ese modo, preparar el camino para la llegada de Cristo y su reino.
- Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño;
- pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos.» Aunque tendréis un gran poder, pues los malos espíritus se os someterán, lo que os tiene que dar alegría es que por haberme ayudado, vuestros nombres estarán escritos en los cielos. Es la promesa de la felicidad eterna para aquellos que lo dejen todo y le sigan.