Domingo VI del T.O. (A) (12 de febrero de 2023)
San Mateo 5: 17 - 37
«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. «Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
«Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo...
En las últimas semanas el Señor nos ha estado hablando con mucha claridad de nuestra salvación y de cómo ser felices. Hace dos semanas nos proponía el mensaje nuclear para un cristiano: "Las Bienaventuranzas". Todos aquellos que las vivan pueden estar seguros de ser felices en la tierra y de alcanzar el Cielo.
La última semana nos hablaba de qué es lo que Él esperaba de nosotros sus discípulos: Sed sal de la tierra y luz del mundo; para darle sabor, preservarlo de la corrupción e iluminarlo para que los hombres puedan reconocer a Dios a través de nuestras buenas obras.
En el Evangelio de hoy el Señor habla con gran firmeza y claridad. Critica duramente a aquellos que actúan como los fariseos: buenos en apariencia, pero corruptos en el corazón. El Señor insiste en que hemos de cumplir con sus mandatos y preceptos; pero eso no es suficiente, el cumplimiento auténtico de la ley nos ha de llevar a una conversión y a un cambio profundo en el corazón y en la vida.
Podríamos dividir a los católicos en tres grupos. Un primer grupo que son la mayoría (más del 90%) que aunque fueron bautizados y probablemente hicieron la primera comunión, han limitado su fe a la asistencia a las procesiones, romerias y alguna misa de funeral. Para ésos, según palabras del Señor, lo único que les espera es el fuego eterno del infierno. Prefirieron vivir al margen de Dios; no tanto dándole la espalda, sino más bien dándole de lado. "Dios que se quede en su mundo y a mí que me deje tranquilo".
Hay un segundo grupo, que podríamos llamar de los"cumplidores". Son aquellos católicos que más o menos pretenden cumplir con las leyes de Dios; pero Dios no ha terminado de entrar en sus corazones y en sus vidas. A ese grupo pertenecen la inmensa mayoría del 10% restante. Van a Misa "casi todos los domingos", se confiesan una vez al año, etc.., pero a la hora de la verdad, en temas "coflictivos" como la generosidad en el matrimonio, la vida sexual, la renuncia a vivir su propia vida.. no se atreven a dar un paso más y rendir su corazón a Dios. A ellos, desgraciadamente en su mayoría, también les espera el fuego eterno del infierno. ¿Por qué? Porque no cumplieron el primer mandamiento: "Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu mente..."
Y el último grupo, al que espero que tú y yo pertenezcamos por la misericordia de Dios, es el de aquellos que se han planteado como primer y principal problema de su vida su entrega a Dios. Puede que en alguna ocasión falten a sus promesas; pero enseguida que son conscientes de ello intentan corregir el rumbo. En ellos ha penetrado la luz del Espíritu Santo e intentan vivir, pensar, amar según sus enseñanzas. Sólo estos pocos, menos del 2% pueden estar "seguros" de que el Señor se apiadará de ellos en el Juicio Final.
Intentemos, pues vivir nuestra fe con más autenticidad, sinceridad y profundidad. Es mucho lo que nos jugamos y sólo tenemos esta vida para decirle y mostrarle al Señor que realmente le amamos.