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Solemnidad de Cristo Rey (24 noviembre 2024)

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Domingos y Festivos.

cristo rey

La celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, cierra el Año Litúrgico en el que se ha meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios.

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Durante el anuncio del Reino, Jesús nos muestra lo que éste significa para nosotros como Salvación, Revelación y Reconciliación ante la mentira mortal del pecado que existe en el mundo. Jesús responde a Pilatos cuando le pregunta si en verdad Él es el Rey de los judíos: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí" (Jn 18, 36). Jesús no es el Rey de un mundo de miedo, mentira y pecado, Él es el Rey del Reino de Dios que trae y al que nos conduce.

Cristo Rey anuncia la Verdad y esa Verdad es la luz que ilumina el camino amoroso que Él ha trazado, con su Vía Crucis, hacia el Reino de Dios. "Si, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz."(Jn 18, 37) Jesús nos revela su misión reconciliadora de anunciar la verdad ante el engaño del pecado. Así como el demonio tentó a Eva con engaños y mentiras para que fuera desterrada, ahora Dios mismo se hace hombre y devuelve a la humanidad la posibilidad de regresar al Reino, cuando cual cordero se sacrifica amorosamente en la cruz.

Esta fiesta celebra a Cristo como el Rey bondadoso y sencillo, que como pastor guía a su Iglesia peregrina hacia el Reino Celestial y le otorga la comunión con este Reino para que pueda transformar el mundo en el cual peregrina.

Domingo XXXIII del T.O. (B) (17 noviembre 2024)

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Domingos y Festivos.

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(Mc 13: 24-32)

“Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potestades de los cielos se conmoverán. Entonces verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos desde los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. Aprended de la higuera esta parábola: cuando sus ramas están ya tiernas y brotan las hojas, sabéis que está cerca el verano. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que es inminente, que está a las puertas. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero nadie sabe de ese día y de esa hora: ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre”.

“Después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potestades de los cielos se conmoverán. Entonces verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes con gran poder y gloria”.

Desde bien pequeños se nos enseña en el catecismo que este mundo en el que ahora vivimos, y que para muchos es lo único que existe, llegará a su fin. Para que no haya duda de ello el Señor nos lo dice en el evangelio de hoy. Al mismo tiempo, para que no nos coja de sorpresa, nos da una serie de señales con el fin de que podamos reconocer su próxima venida y así estar preparados.

“Y entonces enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos desde los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo”.

Y todos sabemos para qué los reunirá, para llevarlos junto a Sí. En cambio, aquellos “que no formaban parte de sus elegidos” irán a parar al fuego eterno (Mt 25:46). Esta elección no es fruto de una predestinación, sino de haber vivido cumpliendo su voluntad (Mt 25:34).

Domingo XXXII del T.O (B) (10 noviembre 2024)

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Domingos y Festivos.

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Mc 12: 38-44

En su enseñanza les decía: Guardaos de los escribas, que gustan de pasearse con rozagantes túnicas, de ser saludados en las plazas y de ocupar los primeros puestos en las sinagogas y los primeros asientos en los banquetes, mientras devoran las casas de las viudas y simulan largas oraciones. Estos tendrán un juicio muy severo. Estando sentado frente al gazofilacio, observaba cómo la multitud iba echando monedas en el tesoro, y muchos ricos echaban muchas. Llegándose una viuda pobre, echó dos leptós, que hacen un cuadrante, y llamando a los discípulos, les dijo: En verdad os digo que esta pobre viuda ha echado más que todos cuantos echan en el tesoro;" pues todos echan de lo que les sobra; pero ésta, de su miseria, ha echado todo cuanto tenía, todo su sustento."

“Guardaos de los escribas, que gustan de pasearse…, estos tendrán un juicio muy severo”

En el evangelio de hoy el Señor nos avisa primero de todo para que tengamos cuidado de aquellos que llevan una vida hipócrita; aparentan ser piadosos y devotos de Dios, pero en su corazón son algo muy distinto, pues se valen de su condición para sacar provecho a las personas.

“Estando sentado frente al gazofilacio, observaba cómo la multitud iba echando monedas en el tesoro”

Es curioso pero al Señor le gustaba observar el comportamiento de las gentes para luego analizarlo y sacar una enseñanza.

“…la multitud iba echando monedas en el tesoro, y muchos ricos echaban muchas”

Domingo XXXI del T.O. (B) (3 noviembre 2024)

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Domingos y Festivos.

amaos los unos a los otros

(Mc 12 28-34)

"Acercóse uno de los escribas que les había oído y, viendo que les había respondido muy bien, le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?»Jesús le contestó: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos.» Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que El es único y que no hay otro fuera de El, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios.» Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas".

Un escriba se acercó a Jesús para preguntarle cuál era el mandamiento más importante que un creyente tenía que cumplir. Jesús le respondió que lo más importante que tenía que hacer una persona sobre la tierra era amar a Dios con todo su ser y a resultas de su amor a Dios,tenía que amar al prójimo como a sí mismo.

Todos los mandamientos están incluidos en el primero; de tal modo que si faltamos a cualquiera de los mandamientos también estamos faltando al primero, pues hemos puesto otras cosas antes que a Dios.

Domingo XXX del T.O. (B) (27 octubre 2024)

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Domingos y Festivos.

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(Mc 10: 46-52)

“Al salir ya de Jericó con sus discípulos y una crecida muchedumbre, el hijo de Timeo, Bartimeo, un mendigo ciego que estaba sentado junto al camino, oyendo que era Jesús de Nazaret, comenzó a gritar y decir: ¡Hijo de David, Jesús, ten piedad de mí! Muchos le increpaban para que callase; pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten piedad de mí!" Se detuvo Jesús y dijo: Llamadle. Llamaron al ciego, diciéndole: Animo, levántate, que te llama. El arrojó su manto y, saltando, se llegó a Jesús. Tomando Jesús la palabra, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? El ciego le respondió: Señor, que vea. Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista, y le seguía por el camino”.

“Al salir ya de Jericó con sus discípulos y una crecida muchedumbre”

El Señor tenía un gran poder para atraer a las muchedumbres. Su personalidad, sus enseñanzas, sus milagros, eran cosas poco comunes. Las personas se sentían cautivadas al conocerle. Si nosotros no hemos sido “cautivados” todavía por Cristo probablemente es porque todavía no le conocemos.

“…un mendigo ciego que estaba sentado junto al camino, oyendo que era Jesús de Nazaret, comenzó a gritar y decir: ¡Hijo de David, Jesús, ten piedad de mí!”

La ceguera es lo que hizo que este hombre buscara a Jesús. El Señor se vale en muchas ocasiones de nuestras limitaciones para que así: primero reconozcamos que necesitamos y ayuda; y segundo, busquemos a Aquél que nos puede ayudar.

El Señor bien sabía cuál era la necesidad de ese hombre que se le acercaba gritando, pero quería oírle pedir (rezar). Jesús también reconoce las nuestras, pero le gusta oír las cosas que le decimos cuando, movidos por nuestra necesidad, acudimos a Él.

Domingo XXIX del T.O. (B) (20 octubre 2024)

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Domingos y Festivos.

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(Mc 10: 35-45)

“Entonces se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, diciéndole: -Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir. Él les dijo: -¿Qué queréis que os haga? Y ellos le contestaron: -Concédenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu gloria. Y Jesús les dijo: -No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo bebo, o recibir el bautismo con que yo soy bautizado? -Podemos -le dijeron ellos. Jesús les dijo: -Beberéis el cáliz que yo bebo y recibiréis el bautismo con que yo soy bautizado; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde concederlo, sino que es para quienes está dispuesto. Al oír esto los diez comenzaron a indignarse contra Santiago y Juan. Entonces Jesús les llamó y les dijo: -Sabéis que los que figuran como jefes de las naciones las oprimen, y los poderosos las avasallan. No tiene que ser así entre vosotros; al contrario: quien quiera llegar a ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y quien entre vosotros quiera ser el primero, que sea esclavo de todos: porque el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en redención de muchos”.

 

“Entonces se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, diciéndole: -Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir”.

Es curioso que si comparamos este texto con el pasaje paralelo que nos trae San Mateo (Mt 20: 20-28), aquí son Santiago y Juan quienes le hacen la petición a Cristo; en cambio en San Mateo es la madre de ambos la que se acerca con sus hijos a Jesús para hacerle la petición. Estas pequeñas variaciones nos hablan de diferentes “tradiciones” a la hora de componer los pasajes del Nuevo Testamento. Es por ello que es normal que se vean pequeñas diferencias. Estas diferencias en ningún momento cambian la enseñanza final, y en el fondo hablan de la autenticidad de los Evangelios, pues si hubieran sido una “falsificación” ya se habrían preocupado de poner de acuerdo todos los textos en los que hay pequeñas diferencias.

 -“¿Qué queréis que os haga?”

Jesús siempre está dispuesto a escuchar nuestras peticiones.

-“Concédenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu gloria”.

Estas peticiones a veces pueden ser descabelladas, como en este caso, pero lo que sí podemos estar seguros es que el Señor nos responderá –antes o después- para darnos su enseñanza.

Domingo XXVIII del T.O. (B) (13 octubre 2024)

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Domingos y Festivos.

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(Mc 10: 17-30)

“Salido al camino, corrió a él uno, que, arrodillándose, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no adulterarás, no robarás, no levantarás falso testimonio, no harás daño a nadie, honra a tu padre y a tu madre. El le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Jesús, poniendo en él los ojos, le amó, y le dijo: Una sola cosa te falta; vete, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme." Ante estas palabras se anubló su semblante y fuese triste, porque tenía mucha hacienda. Mirando en torno suyo, dijo Jesús a los discípulos: ¡Cuan difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen hacienda! Los discípulos se quedaron espantados al oír esta sentencia. Tomando entonces Jesús de nuevo la palabra, les dijo: Hijos míos, ¡cuán difícil es entrar en el reino de los cielos! Es más difícil a un camello pasar por el hondón de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios. Fijando en ellos Jesús su mirada, les dijo: A los hombres sí es imposible, mas no a Dios, porque a Dios todo le es posible. Pedro entonces comenzó a decirle: Pues nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido. Respondió Jesús: En verdad os digo que no hay nadie que, habiendo dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o campos por amor de mí y del Evangelio, no reciba el céntuplo ahora en este tiempo en casas, hermanos, hermanas, madre e hijos y campos, con persecuciones, y la vida eterna en el siglo venidero, y muchos primeros serán los últimos, y los últimos los primeros”.

“Salido al camino, corrió a él uno, que, arrodillándose, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?”

Según nos cuenta el evangelio un hombre, que estaba bastante interesado en ser bueno, se acerca corriendo a Jesús y se pone de rodillas ante Él. No hemos de olvidar nunca que aunque Él quiere ser nuestro amigo, es también nuestro Dios; por lo que nuestra actitud ante Él ha de ser de cariño y también de adoración. Adorar a Dios es un intento de ponernos a nosotros en nuestro lugar y a Él en el suyo. Es un reconocimiento de su divinidad. “Sólo ante Dios te arrodillarás”.

Se acerca a Jesús para preguntarle qué ha de hacer para alcanzar el cielo. Por el evangelio sabemos que ya cumplía los mandamientos; pero él se daba cuenta que le faltaba algo más. Y Jesús ahora se lo va a decir.

“Una sola cosa te falta; vete, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme”

Jesús rápidamente se dio cuenta cuál era el problema de esta persona y es por ello que va al fondo del mismo. Estaba apegado a las cosas materiales. Ese era el obstáculo que le impedía amar a Dios sobre todas las cosas. Jesús, animado por el “deseo ardiente” de esta persona se lo manifiesta: Has de abandonar todo lo que tienes y seguirme.

Domingo XXVII del T.O. (B) (6 octubre 2024)

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Domingos y Festivos.

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Mc 10: 2-16

“Llegándosele fariseos, le preguntaron, tentándole, si es lícito al marido repudiar a la mujer. Él les respondió y les dijo: ¿Qué os ha mandado Moisés?  Contestaron ellos: Moisés manda escribir el libelo de repudio y despedirla. Díjoles Jesús: Por la dureza de vuestro corazón os dio Moisés esta ley;"  pero en el principio de la creación los hizo Dios varón y hembra;"  por esto dejará el hombre a su padre y su madre,  y serán los dos una sola carne.  Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.  Vueltos a casa, de nuevo le preguntaron sobre esto los discípulos;"  y Él les dijo: El que repudia a su mujer y se casa con otra, adultera contra aquélla;"  y si la mujer repudia al marido y se casa con otro, comete adulterio.  Presentáronle unos niños para que los tocase, pero los discípulos los reprendían.  Viéndolo Jesús, se enojó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí y no los estorbéis, porque de los tales es el Reino de Dios.  En verdad os digo, quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.  Y abrazándolos, los bendijo imponiéndoles las manos”.

“Llegándosele fariseos, le preguntaron, tentándole, si es lícito al marido repudiar a la mujer”.

Los fariseos no se acercaban a Jesús con ganas de aprender sino de criticar. Ellos sabían muy bien lo que decía la Ley y lo que decía Cristo. Es por ello que querían enfrentar a Jesús con la gente, con las leyes civiles… No es la primera vez que hacían algo parecido; recordemos cuando le preguntaron a Jesús si era necesario cumplir con el tributo al César y pagar impuestos a los romanos; o cuando le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio para que Jesús la condenara.

“Él les respondió y les dijo: ¿Qué os ha mandado Moisés?  Contestaron ellos: Moisés manda escribir el libelo de repudio y despedirla”

Jesús quería dejar clara su postura (la de Dios). Él sabía muy bien cómo Moisés había cambiado la Ley de Dios haciéndola más permisiva en este aspecto y permitiendo el divorcio. Es por ello que Jesús, después de oír la respuesta de los fariseos, les dice cuál era la ley original dada por Dios desde el principio de la creación. Con ello, no sólo recuerda las propiedades del matrimonio (un hombre con una mujer y para toda la vida), sino que al mismo tiempo anula la concesión dada por Moisés. “Díjoles Jesús: Por la dureza de vuestro corazón os dio Moisés esta ley;"  pero en el principio de la creación los hizo Dios varón y hembra;"  por esto dejará el hombre a su padre y su madre,  y serán los dos una sola carne”.

Domingo XXVI del T.O. (B) (29 septiembre 2024)

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Domingos y Festivos.

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(Mc 9: 38-48)

“Dijóle Juan: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba los demonios y no está con nosotros; se lo hemos prohibido." Jesús les dijo: No se lo prohibáis, pues ninguno que haga un milagro en mi nombre hablará luego mal de mí. El que no está contra nosotros, está con nosotros. Pues el que os diere un vaso de agua en razón de discípulos de Cristo, os digo en verdad que no perderá su recompensa;" y el que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen, mejor le sería que le echasen al cuello una muela asnal y le arrojasen al mar. Si tu mano te escandaliza, córtatela; mejor te será entrar manco en la vida que con ambas manos ir a la gehenna, al fuego inextinguible," donde ni el gusano muere ni el fuego se apaga. Y si tu pie te escandaliza, córtatelo; mejor te es entrar en la vida cojo que con ambos pies ser arrojado en la gehenna," donde ni el gusano muere ni el fuego se apaga. Y si tu ojo te escandaliza, sácatelo; mejor te es entrar tuerto en el reino de Dios que con ambos ojos ser arrojado en la gehenna," donde ni el gusano muere ni el fuego se apaga”.

Jesucristo solía enseñar a sus discípulos y responderle a las preguntas que éstos le hacían. El evangelio de hoy nos presenta varias preguntas y respuestas dadas por Cristo ante situaciones concretas.

“Dijóle Juan: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba los demonios y no está con nosotros; se lo hemos prohibido." Jesús les dijo: No se lo prohibáis, pues ninguno que haga un milagro en mi nombre hablará luego mal de mí. El que no está contra nosotros, está con nosotros”.

Los judíos practicaban exorcismos, viendo el poder de Jesucristo a la hora de luchar contra Satán, hacían exorcismos en su nombre. Al enterarse San Juan Apóstol de ello, quiso corregirles, pero el Señor se lo impidió y de dio las razones para ese tipo de conducta: “No se lo prohibáis, pues ninguno que haga un milagro en mi nombre hablará luego mal de mí”. Aprendamos también de este hecho a preguntarle a Jesús cuál ha de ser nuestro modo de proceder en situaciones que no estén claras para nosotros.

Domingo XXV del T.O: (B) (22 septiembre 2024)

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Domingos y Festivos.

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(Mc 9: 30-37)

“Salieron de allí y atravesaron Galilea. Y no quería que nadie lo supiese, porque iba instruyendo a sus discípulos. Y les decía: -El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán, y después de muerto resucitará a los tres días. Pero ellos no entendían sus palabras y temían preguntarle. Y llegaron a Cafarnaún. Estando ya en casa, les preguntó: -¿De qué hablabais por el camino? Pero ellos callaban, porque en el camino habían discutido entre sí sobre quién sería el mayor. Entonces se sentó y, llamando a los doce, les dijo: -Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último de todos y servidor de todos. Y acercó a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: -El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe; y quien me recibe, no me recibe a mí, sino al que me ha enviado”.

“Y no quería que nadie lo supiese, porque iba instruyendo a sus discípulos. Y les decía: -El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán, y después de muerto resucitará a los tres días”.

Jesús se preocupaba de instruir personalmente a sus apóstoles. Sabía muy bien que estos tendrían que ser luego formadores de otras personas. A pesar de ello, debido a la limitación de sus mentes y a la pequeñez de sus corazones no le entendían en muchas ocasiones. A Jesús no le extrañaba ello y les decía: No os preocupéis, pues luego vendrá el Espíritu Santo, el cual os recordará todo lo que yo os enseñé.

“Pero ellos no entendían sus palabras y temían preguntarle”.

Que no caigamos nosotros en el mismo error. Nunca tengamos miedo de preguntarle a Jesús. Si Él lo ve conveniente nos lo explicará.

Domingo XXIV del T.O. (B) (15 septiembre 2024)

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Domingos y Festivos.

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Mc 8: 27-35

“Iba Jesús con sus discípulos a las aldeas de Cesárea de Filipo, y en el camino les preguntó: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? Ellos le respondieron diciendo: Unos, que Juan Bautista; otros, que Elías, y otros, que uno de los profetas." Él les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo. Y les encargó que a nadie dijeran esto de Él. Comenzó a enseñarles cómo era preciso que el Hijo del hombre padeciese mucho, y que fuese rechazado por los ancianos y los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y que fuese muerto y resucitase después de tres días. Claramente les hablaba de esto. Pedro, tomándole aparte, se puso a reprenderle. Pero Él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo: Quítate allá, Satán, porque no sientes según Dios, sino según los hombres. Llamando a la muchedumbre y a los discípulos, les dijo: El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Pues quien quiera salvar su vida, la perderá, y quien pierda la vida por mí y el Evangelio, ése la salvará”.

¿Quién dicen los hombres que soy yo?

La fama de Jesús se fue extendiendo en las regiones que visitaba. La gente vio en Él a un profeta como Juan el Bautista o Elías; pero no tenían realmente una idea clara de quién era. Es entonces cuando le pregunta a sus propios discípulos:

Y vosotros, ¿quién decís que soy?

Pedro dijo que era el Cristo, el Mesías esperado. Aunque San Marcos no nos da más información, sabemos que fue Dios Padre quien se lo reveló a Pedro (Mt 16:17). No es suficiente la razón humana para conocer realmente a Jesús; para ello necesitamos la “revelación” que hace Dios a través de su Espíritu.