Cuentos con moraleja: "¡Gracias por ser parte de mi hoguera!"
Un hombre, que regularmente asistía a las reuniones religiosas con sus amigos, sin ningún aviso dejó de participar en sus actividades. Después de algunas semanas, una noche muy fría de invierno, el líder de aquel grupo de amigos decidió ir a visitarlo.
Encontró al hombre en su casa solo, sentado frente a una chimenea donde ardía un fuego brillante y acogedor.
Adivinando la razón de la visita, el hombre dio la bienvenida al líder, y después, se hizo un gran silencio. Los dos hombres sólo contemplaban la danza de las llamas en torno a los troncos de leña que crepitaban en la chimenea.
Al cabo de algunos minutos el líder, sin decir palabra, examinó las brasas que se formaban en la lumbre y seleccionó una de ellas, la más incandescente de todas, y la separó de las demás con unas tenazas. Hecho esto, volvió a sentarse.