Cuentos con moraleja: "El valor del sacrificio"

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Cuentos con moraleja.

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Un anciano sacerdote que llevaba más de 50 años destinado en Guanay (Bolivia), todos los años, al comenzar la Cuaresma, solía dar alguna charla sobre la misma a sus parroquianos más fieles. Dándose cuenta de que la vida fácil y cómoda iba siendo un obstáculo para muchos de ellos para perseverar en la fe, les relató este cuento:

Había una vez un padre con tres hijos. Los llamó y les dijo:

—Hijos míos, yo ya soy muy viejo. Voy a morir y vosotros no conocéis aún el poblado del que vienen vuestros antepasados. Así que poneos en marcha, id y saludad a la familia. Pero tendréis que ir a pie, porque no hay caminos, pero para lo que pueda haceros falta cada uno llevará un tronco de árbol que yo os daré.

El poblado estaba muy lejos, pero los hijos obedecieron. Al poco de comenzar a caminar, el mayor dijo:

—Lo que papá nos pide es absurdo; es imposible andar con este peso encima.

Así que tiró el tronco, y continuó el camino mucho más rápido que sus dos hermanos.

Más adelante, el segundo dijo:

—Nuestro hermano mayor tiene razón, pero como no quiero desobedecer a papá, cortaré el tronco por la mitad para aligerar la carga.

El hermano menor quedó rezagado, con su gran tronco a cuestas, preguntándose por qué su padre les hacía sufrir así. Pero, a pesar de no comprender, siguió con su carga, fiel a lo que el padre les había dicho.

Cuentos con moraleja: "La devoción a la Virgen le salvó la vida"

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Cuentos con moraleja.

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Una de las cantigas de Alfonso X el Sabio dice así:

Había en Toulouse un conde muy apreciado que tenía por criado a un hombre que hacía una vida como la de un religioso. Entre otros muchos bienes que este criado hacía, amaba más que nada a Santa María, de forma que no quería Oír otra Misa sino la suya. Otros criados que con él andaban le tenían envidia, y procuraban enemistarlo con el conde. Y tanto hablaron con el conde, y de tales cosas le acusaron al hombre, que el conde mandó darle una muerte dolorosa.

Y para que no se supiese qué clase de muerte le iba a dar, el conde mandó llamar presto a un calero, (encargado de hacer hornos de cal) y le mandó encender un gran horno, de leña muy gruesa, pero que no hiciese mucho humo. Y le mandó que, al primer hombre de los suyos que llegara, lo cogiese enseguida y sin demora lo echase al horno, para que ardiese allí su carne.

Cuentos con moraleja: "El Niño Jesús se pasea en camioneta"

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Cuentos con moraleja.

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Érase una vez una comunidad de religiosas clarisas que vivían en el convento de Santa María de Jesús de Ávila. La hermana sacristana, cinco días antes del comienzo de la Novena al Niño Dios, había subido a las falsas del convento para reunir las piezas y preparar el Nacimiento que todos los años ponían en su iglesia. Después de haber desempolvado, limpiado todas las imágenes y repintar un dedo que se le había descolorido al rey Melchor, colocó todas las estatuillas con el primor y delicadeza propios del mismo San Francisco de Asís o de su santa fundadora.

Este año tuvieron que comprar un nuevo Niño Jesús, pues el que tenían había perdido la pintura de tantos besos que recibía, al tiempo que le faltaban dos dedos de la mano izquierda y tenía un chichón en la cabeza. Parece ser, según cuentan, que Pedrito, el hijo pequeño del hombre de los recados del convento, habida cogido el Niño Jesús para darle un beso y se le cayó al suelo.

Una vez concluido el Belén, la hermana Francisca de la Trinidad, nuestra sacristana, llamó a la madre superiora para que diera su aprobación. La madre superiora quedó encantada con el Nacimiento, y de modo especial, con la belleza singular del nuevo Niño. Según dijeron, había sido un regalo de un feligrés que vivía en el pueblo y se había ido a Roma en peregrinación con el párroco y otros cuarenta miembros de la comunidad.

Las fiestas fueron pasando con parsimonia, aunque no tan lentas como les hubiera gustado a los niños de la escuela. Llegó el día de Reyes. Iba a comenzar la Santa Misa cuando la hermana Francisca, toda asustada, fue en busca de la madre superiora:

-          Madre. ¡El Niño Jesús no está en el Belén!

Cuentos con moraleja: "Y el Hijo se hizo hombre y nació en Navidad"

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Cuentos con moraleja.

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Érase una vez un hombre que no creía en Dios. Su mujer, en cambio, era creyente y criaba a sus hijos en la fe en Dios y en la práctica de las virtudes cristianas. Una Nochebuena, la esposa se disponía a llevar a los hijos a la Misa del Gallo de la iglesia más cercana al campo donde vivían. Le pidió al marido que los acompañara, pues estaba empezando a nevar y hacía mucho frío, pero él se negó.

-¡Qué tonterías! -arguyó-. ¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender a la Tierra adoptando la forma de hombre? ¡Qué ridiculez!

Los niños y la esposa se marcharon. Pocos minutos después, el viento comenzó  a soplar con mayor intensidad y se desató una tormenta muy fuerte de nieve. El marido, que se había quedado sentado junto a la chimenea fumándose una pipa, oyó que algo había golpeado la ventana. Un minuto después oyó un segundo golpe. Cuando empezó a amainar la tormenta de nieve, salió para averiguar lo que había golpeado la ventana.

casanevandoComo el frío era muy intenso, se cubrió el cuerpo con un buen abrigo y se puso un sombrero de lana y guantes antes de salir de la casa. Nada más abrir la puerta, oyó el graznido de una bandada de gansos no muy lejos de donde ellos vivían. Atraído por lo extraño del suceso y la poca frecuencia con la que estas aves se dejaban ver por esa zona, se dispuso a averiguar de dónde habían salido. Aterido por el frío, pero movido más por la curiosidad, se fue acercando poco a poco hacía el origen de donde procedía toda esa algarabía. Llegando a un campo cercano, descubrió una bandada de gansos salvajes que habían sido sorprendidos por la tormenta de nieve y no habían podido seguir. Daban aletazos y volaban bajo en círculos, cegados por la borrasca, sin seguir un rumbo fijo. El agricultor dedujo que un par de aquellas aves habían sido las que chocaron contra su ventana. Sintió lástima de los gansos y quiso ayudarlos.

Cuentos con moraleja: "Examinad el corazón, no las apariencias"

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Cuentos con moraleja.

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Me quedé viuda muy joven y con tres hijos pequeños. Mi casa estaba ubicaba frente a la entrada de la Clínica Universitaria de Navarra, en Pamplona. Para ayudarme económicamente,  alquilaba una habitación a algunos pacientes de la clínica que vivían fuera y buscaban dónde quedarse mientras duraba su tratamiento.

Una tarde de verano mientras preparaba la cena, escuché que llamaban a mi puerta. Abrí y vi a un anciano verdaderamente repugnante.

Es un poco más alto que mi hijo de ocho años.- Pensé mientras miraba su cuerpo pequeño y arrugado. Lo más aterrador era su rostro, deformado a causa de la hinchazón, y las heridas que todavía estaban en carne viva. Sin embargo, su amable y dulce voz contrastó radicalmente el escenario cuando dijo:

—Buenas noches. He venido a ver si usted tiene una habitación disponible tan sólo por una noche. He venido esta mañana desde la costa para un tratamiento y no hay ningún autobús de vuelta hasta mañana temprano.

Luego, me comentó que había estado buscando un cuarto por varias horas pero que no había tenido éxito, pues al parecer nadie tenía habitaciones disponibles.

Cuentos con moraleja: "El último regalo"

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Cuentos con moraleja.

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Cuentan que hace mucho tiempo vivía en la zona campesina de Chila (Buenos Aires) una pareja de esposos ya muy ancianos, de extrema pobreza, no habían tenido hijos y vivían solo de la caridad de la gente de la aldea. Cada día salía él hacia el mercado con la esperanza de conseguir alguna cosa para comer en la noche junto a su amor. Su único tesoro era una vieja pipa de madera que hacía mucho tiempo no veía el tabaco pero él se la colgaba en la boca, para espantar un poco el hambre del día.

Ella se sentaba a media mañana en la entrada de la choza que habitaban y peinaba mil veces sus largas trenzas, su máximo tesoro y su orgullo, sin embargo el pelo blanco y largo hacia mucho que no conocía algún peine pues el último que había tenido hacia mucho que se había destrozado y ya no pudo conseguir otro. Al ponerse el sol llegaba él con alguna bolsa de fruta que alguien le había regalado, así era día a día.

Llegó el día del aniversario de bodas, y el salió como cada mañana temprano, pensando qué le regalaría a ella, nada tenía y el día se veía negro. Por su parte ella se sentó en la puerta de la casita pensando cómo celebrar si no había con qué. Sin embargo al llegar la tarde él llegó con un pequeño paquete que le dio con un suave beso en la frente —feliz aniversario— ella sacó de debajo de la silla también un paquete que le entregó con una gran sonrisa, al abrir cada uno su regalo, se miraron y sollozaron en silencio disfrutando del gran amor que Dios les estaba demostrando.

Cuentos con moraleja: "Que Dios siempre esté presente en nuestras vidas"

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Cuentos con moraleja.

Niñas traviesas

Junaid tenía un discípulo al que prefería sobre todos los demás, lo que suscitó los celos de los otros discípulos: Junaid -que conocía los corazones- se dio cuenta de ello.

- Os es superior en cortesía y en inteligencia, les dijo. Hagamos una experiencia para que vosotros también lo comprendáis.

Junaid ordenó entonces que le trajeran veinte pájaros, y les dijo a los discípulos:

- Que cada uno coja un pájaro, se lo lleve a un lugar en el que nadie lo vea, lo mate, y me lo traiga luego.

Todos los discípulos se fueron, mataron los pájaros y los volvieron a traer. Todos… excepto el discípulo favorito, que le devolvió vivo el pájaro.

- ¿Por qué no lo has matado?, preguntó Junaid.

Cuentos con moraleja: "La ceguera del Dr. Marwin"

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Cuentos con moraleja.

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Cuando el Dr. Marwin era joven alumno de la escuela de medicina de Plateville en Wisconsin (USA), estaba profundamente convencido de la estupidez que suponía llenar el mundo de enfermos incurables y seres inválidos. Defendía ardientemente la eutanasia y acostumbraba a discutir esos temas con sus compañeros de clase.

—Pero si esa es precisamente nuestra misión -le contestaban-. Estamos aquí para cuidar del cojo, el lisiado y el ciego.

La misión del médico -replicaba siempre Marwín- es sanar a los enfermos, y si no existe remedio, lo mejor es que mueran.

Ya cursaba el último año de estudios cuando, cumpliendo sus deberes fuera del hospital, asistió en un barrio humilde de la ciudad al alumbramiento de una inmigrante alemana. Era el décimo chiquillo que la mujer traía al mundo y había nacido con una pierna bastante más corta que la otra. La fuerza de la costumbre hizo al médico soplar en la boca de la criaturita para iniciar la respiración, pero un momento después pensó:

—¡Qué demonios! Está condenado a caminar toda la vida con su desdichada pierna. Los otros chicos le llamarán Pata-corta. ¿Para qué hacerle vivir? El mundo no lo necesita para nada.

Cuentos con moraleja: "Yo grande, tú peque"

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Cuentos con moraleja.

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Un profesor universitario de español, de gran fama tanto en España como en el mundo entero, soñó que se encontraba con Dios y decidió preguntarle el motivo por el cual nunca había sido feliz en su vida, a pesar de su exitosa carrera y sus conocimientos. Dios le dijo entonces:

—Sé que eres profesor de una gran trayectoria en el idioma, dime cuáles son las tres primeras personas de los pronombres personales.

El profesor se sorprendió de aquella pregunta tan fácil, y respondió:

—Pues eso es muy fácil para una persona con mis conocimientos del idioma, son: yo, tú y él.

Dios le miró y dijo:

¿Ves? ¡Ese es tu problema!

Cuentos con moraleja: "Mi encuentro con un ángel"

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Cuentos con moraleja.

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Los Gutiérrez eran católicos devotos que vivían en Zacatecas (México). El pueblo entero los veía como familia ejemplar tanto en su fe como en sus virtudes. Todos decían que la familia Gutiérrez era una familia cristiana especial.

El padre se interesaba especialmente por el estado espiritual de cada uno de sus hijos y con frecuencia les hablaba de Dios y les pedía que explicaran cómo se imaginaban que sería el cielo.

Un día tocó el turno a Jimmy, el más pequeño de siete años, para que explicara cómo se imaginaba él cielo. Jimmy les contó su versión.

—Creo que el cielo va a ser algo así: Un día, cuando nos vayamos a morir, será el momento de que el ángel grande lea de un enorme libro los nombres de toda la gente que va a estar allí. Vendrá hasta donde está la familia Gutiérrez y dirá:

—¿Papá Gutiérrez?, y papá dirá

—Presente.

—Luego el ángel llamará:

¿Mamá Gutiérrez?, y mamá dirá

—Presente.

Entonces el ángel bajará para llamar a Susana y a Carlos y ambos contestaran:

Cuentos con moraleja: "¡Danos, Señor, sacerdotes santos!"

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Cuentos con moraleja.

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Hace años un sacerdote fue trasladado a la Parroquia del Espíritu Santo en Houston, Texas. Poco después de haber tomado cargo de la parroquia, una mañanita decidió tomar el autobús para dar una vuelta por la ciudad y así conocer a sus parroquianos. Se montó en un autobús para ir al centro de la ciudad. Al sentarse, descubrió que el chófer le había dado una moneda de 25 centavos de más en el cambio.

Mientras consideraba qué hacer, pensó para sí mismo:

— ¡Ah!, olvídalo, son sólo 25 centavos. ¿Quién se va a preocupar por tan poca cantidad? De todas formas la compañía de autobuses recibe mucho de las tarifas y no la echarán de menos. Acéptalo como un regalo de Dios.

Pero cuando llegó a su parada, se detuvo y, pensando de nuevo, decidió darle la moneda al conductor diciéndole:

—Tome, usted me devolvió 25 centavos de más”.

El conductor, con una sonrisa le respondió: