Domingo XI del Tiempo Ordinario (C) (16 Junio 2013)
En el evangelio de hoy vemos dos personajes que se presentan ante Jesús y que el mismo Señor se preocupa de contrastar.
Por un lado tenemos un fariseo:
· Persona oficialmente cumplidora de la ley.
· Que se tomaba a sí mismo por justo
· Que se cree digno para invitar al Señor a su casa a comer.
· Que se sienta (recuesta) con Jesús a la mesa de igual a igual.
· Pero que se olvida de las más elementales y comunes normas de conducta que practicaban los judíos: no le dio agua para limpiarse los pies del camino, no le dio el beso de la paz, no le ungió la cabeza con aceite.
· No tanto le preocupa cuidar a Jesús cuanto quedar personalmente bien ante Jesús y los de su pueblo.
Por otro lado tenemos a una mujer pública:
· Pecadora pública conocida por todos; probablemente una prostituta.
· Que entra donde está Jesús sin haber sido invitada.
· Que se pone de rodillas detrás del Señor.
· Que arrepentida de sus pecados, enjuga los pies de Jesús con sus lágrimas, los besa, los seca con sus cabellos y los unge con perfume.
El fariseo, para sus adentros, juzga a esa mujer y a Jesús. El Señor se da cuenta de lo que está pensando el fariseo y le propone una parábola.
El mismo Jesús le propone al fariseo que juzgue una conducta similar para que entienda la enseñanza que le va a dar: “Había dos deudores…”
El fariseo responde con lógica: “…supongo que aquel a quien perdonó más”
Entonces el Señor les hace ver:
· Al fariseo: la falta de atención de había tenido con Él … Y su osadía al juzgar al Señor y a la mujer.
· En cambio a la mujer le perdona sus pecados porque estaba realmente arrepentida. Además Jesús alaba su actitud y amor.
Casos parecidos:
- “Parábola del fariseo y del publicano” (Lc 18: 9-14)
- Curación del criado del centurión romano… “Señor, no soy digno de que entres en mi casa” (Mt 8: 5-11)
- El buen ladrón crucificado junto a Jesús (Lc 23:42)
Conclusión:
· Cualquier persona que se acerque a Jesús, aunque sea por razones retorcidas, recibe la enseñanza del Señor y la oportunidad de cambiar. La mujer pecadora sabemos que cambió y fue perdonada, en cambio del fariseo no sabemos más que su conducta fue recriminada por Jesús; si bien el Señor le dio la oportunidad de que rectificara de su error..
· Ante los ojos de Jesús, todos somos deudores de Dios pues le hemos ofendido en muchas ocasiones, lo importante es reconocerlo, arrepentirnos y cambiar de vida.